En el primero de mis artículos sobre los PIGS (Los Cuatro Cerditos) proponía crear una denominación de origen que incluyera los 4 países del sur de Europa que en el pasado la prensa, sobretodo la anglosajona, agrupaba bajo el acrónimo -nada halagador- de PIGS. En ese artículo expuse cómo podíamos apropiarnos de ese término, hackeándolo para convertirlo en lo que podría ser un sello de calidad que representase todo lo positivo del modo de vida mediterráneo. En mi segundo artículo repaso la vida de Cristóbal Colón y extraigo 4 lecciones para jóvenes generaciones PIGS. En este tercer artículo propongo ideas para la reformulación del concepto embajada y propongo cómo podrían ser las delegaciones diplomáticas PIGS del futuro.
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Mi propuesta de embajadas conjuntas de los cuatro países PIGS no tiene nada de novedoso. Realmente la idea se basa en la iniciativa que tuvieron los países nórdicos al crear un conjunto arquitectónico para albergar las embajadas de los cinco estados cuando, después de la caída del muro, la capital de la Alemania reunificada pasó a ser Berlín. El conjunto se llama Felleshus (que significa “casa de todos”). Los países nórdicos saben ser competitivos pero también saben trabajar y colaborar siempre que es necesario. Algo que hoy en día se denominaría “coopetition”, un horroroso neologismo que fusiona las palabras “cooperation” y “competition”.
Visto desde fuera, los países PIGS necesitan más de ambas cosas, pero además necesitan una visión de futuro, sobre todo una visión de cómo trabajar conjuntamente para lograr objetivos comunes. Y es que al menos dos de los países -España e Italia- siguen enfrascados en debates internos sobre su integridad o agotándose a sí mismos en una lucha estéril en busca de una identidad. Esto les hace ser y parecer débiles en un mundo post-globalización. El nuevo escenario mundial es multipolar, de grandes regiones que desarrollan modelos propios de política, sociedad y economía. Los principales polos hoy son China y su zona de influencia, Estados Unidos/Latinoamérica y Europa. Rusia busca activamente convertirse en otro polo. Aprovechando el estado de caos e incertidumbre en el que está inmerso Estados Unidos con Donald Trump y el escaso peso internacional de Latinoamérica, China y Rusia proactivamente buscan aprovechar y explotar cualquier vulnerabilidad de los otros polos para reafirmarse en el escenario internacional (este artículo lo escribí originalmente en 2012, pero lo he actualizado). Si Europa no es capaz de centrarse y trabajar unida, inevitablemente perderá influencia en un mundo donde por la falta de enfoque y la falta de iniciativa se paga un precio muy alto.
Para complicar las cosas, hay que añadir que estos grandes bloques que están surgiendo en este nuevo mundo multipolar no son exactamente democracias liberales. En los últimos años ha habido una clara tendencia alrededor del mundo hacia un mayor autoritarismo, y no sólo en China y en Rusia, también en Turquía. Y si dependiera exclusivamente de Donald Trump, también los Estados Unidos sería una dictadura. De hecho, su desastrosa política exterior se asemeja más a la de un dictador que a la de una democracia seria. En un escenario así, es importante tener una visión de conjunto y estar a la altura de los retos. Quizás sea necesario reconsiderar o actualizar conceptos idealizados, como el de nación, y perfeccionar y profundizar en otros más prácticos, como el de la Unión Europea. No se puede mirar hacia el pasado como hacen los nacionalismos -que no son más que nuevos movimientos con ideas anticuadas- cuando el contexto internacional reclama realismo, creatividad, innovación, nuevas fórmulas, pero sobre todo determinación y velocidad.
La alianza PIGS, que incluiría a Portugal, a Italia, a Grecia y a España, es una iniciativa que englobaría, bajo un único estandarte, todo el soft power de estos cuatro cuatro países mediterráneos, que juntos representan una enorme porción de la cultura mundial, sobre todo la occidental. Son cuatro países cargados de historia y tradicionalmente de fuerte ambición internacional. Una ambición que debe hoy despertar.
EMBAJADAS PIGS Y SOFT POWER
Soft power es un término que acuñó por primera vez el norteamericano Joseph Nye, uno de los académicos más influyentes en el campo de las relaciones internacionales, en su libro Soft Power: The Means to Success in World Politics (1990). Soft power se refiere, en pocas palabras, a la habilidad de unos países de cooptar a otros en vez de coaccionar o forzarles, a hacer algo. En política, utilizar la fuerza militar, conseguir algo a cambio de pagos o amenazas de sanciones económicas, son ejemplos de hard power. La influencia y el respeto que se adquieren cuando otros admiran nuestros valores, nuestra forma de vida, nuestra prosperidad o nuestro carácter abierto, todo eso es soft power; como también lo es nuestra cultura, nuestras tradiciones gastronómicas, nuestro arte, y nuestras empresas y marcas.
Mi propuesta de embajadas conjuntas es provocadora, como la propia idea de los PIGS como alianza, pero como ejercicio creativo vale la pena profundizar un poco más.
La delegación diplomática, como instrumento de soft power, debe ser un lugar moderno y abierto a los ciudadanos y debe compaginar el tradicional papel que siempre ha desempeñado con el de una nueva visión del mundo, más humanista. Las embajadas deberían ser centros de divulgación de cultura. No pueden ser bunkers, ni recintos amurallados, ni oficinas grises, sino edificios transparentes y acogedores dentro de los cuales ocurran cosas interesantes.
Siguiendo el modelo nórdico en Berlín, el programa tipo de una embajada PIGS incluiría un patio o espacio central, donde se podrían celebrar eventos, exposiciones, encuentros o conferencias, y alrededor del cual se situarían los pabellones individuales de cada embajada. A esta sencilla tipología yo añadiría un elemento adicional, que sería otro pabellón que albergaría una galería de arte o una mini sede de uno de los grandes museos de los países de la Alianza PIGS, con su inevitable tienda. Estos complejos serían mucho más ambiciosos que nuestras embajadas del pasado, porque serían no sólo centros de diplomacia, sino también de arte y cultura. Imaginemos un mini Prado, una mini Galería Uffizzi, un mini Museo de la Acrópolis, un mini Calouste Gulbekian.
Yo llamaría a estas embajadas Case Study Embassies, para vincularlas conceptualmente con las famosas Case Study Houses (experimentos en arquitectura residencial que se llevaron en los Estados Unidos entre los años 1945-66, contando con algunos de los mejores arquitectos del momento). La imagen que abre este artículo sería la Case Study Embassy #1. Incluye una mini Galería Uffizzi. Este complejo en particular incluye arquitectura tradicional de ladrillo, motivos de baldosas cerámicas portuguesas, una enorme escultura de Demóstenes que, casi como un objeto de De Chirico, domina el jardín desde una pequeña plaza cubierta de albero, mármol de Carrara y una reproducción de la escultura “Mujer y Pájaro” de Joan Miró.
El que haya estado en el aeropuerto de Schipol, en Amsterdam, probablemente habrá visto o visitado la pequeña subsede del Rijksmuseum en el edificio de la terminal principal. El diminuto museo alberga una exposición permanente de 10 obras de maestros holandeses de la colección del Rijksmuseum. También hay una exposición temporal que cambia varias veces al año. La tienda, diseñada por el equipo Future Brand UXUS, ofrece todo lo que una tienda de museo normalmente ofrece, desde corbatas hasta tazas de té tematizadas.
En la tienda/librería de cada embajada PIGS puedo imaginar diseños abstractos de José de Guimarães y novelas de José Saramago, películas de Bigas Luna y cuadernos de poesía de García Lorca, CDs de Vangelis o libros de recetas griegas, camisetas de Pico della Mirandola o reproducciones en miniatura de Bernini.
Las tiendas no tienen por qué ser todas iguales. Al contrario, podrían ser todas diferentes. Puedo imaginar una tienda en el estilo de las tiendas National Geographic, un bazar con artículos relacionados con los viajes, la fotografía y la aventura, donde uno pueda encontrar artículos fabricados en los 4 países PIGS. Reproducciones de mapas antiguos, muebles, piezas de artesanía únicas, hechas a mano, juguetes educativos, elementos decorativos. Las tiendas incluso pueden, como en el caso de National Geographic, incluir una pequeña agencia de viajes PIGS.
ART IN EMBASSIES
La idea de divulgar arte desde las embajadas tampoco es una idea nueva. El programa norteamericano Art in Embassies ha promovido, durante 5 décadas, el diálogo entre culturas y el entendimiento mutuo, a través de intercambios artísticos. Fue el MoMA el que tuvo esta visión y fue el Presidente J.F. Kennedy quien lo formalizó en 1963. Se compone de 200 localizaciones en 189 países. Comisarios profesionales se encargan de crear y movilizar unas 60 exposiciones al año. Desde el año 2003 hay más de 58 colecciones permanentes en instalaciones del Departamento de Estado alrededor del mundo. Un auténtico museo global, como deberían ser las embajadas PIGS.
Este año se inauguró, en la residencia del embajador de los Estados Unidos en los Emiratos Árabes, una exposición “Beyond the Frame”, que mostraba el trabajo de un grupo de artistas emiratíes junto al de artistas norteamericanos que viven o que tienen lazos importantes con los emiratos, algunos tan importantes como Jeff Koons. Este networking entre artistas, diplomáticos y coleccionistas es importante. Como dice el embajador Michael Corbin, “el arte crea empatía, un diálogo entre las personas y fortalece el vínculo entre los estados”. El arte ofrece esperanza, es una forma de comunicación y cumple un papel tan o más importante como la diplomacia. Las embajadas PIGS llevarían este concepto al siguiente nivel.
REDES SOCIALES
Las nuevas embajadas PIGS deben ser más que un edificio oficial. Deben ser instrumentos eficaces de soft power, y como tal deben estar pobladas también de personas jóvenes, no sólo diplomáticos. Cultura no significa solamente lo pasado, sino lo vivo y en ebullición, y también el futuro. Los nuevos embajadores de marca deberían ser jóvenes, modernos e internacionales. Deben haber vivido fuera (idealmente, estancias de varios meses en los 4 países PIGS) y hablar varios idiomas. Una persona joven tiene más en común con otras personas de su edad de otros países que con sus propios padres. Son, por tanto, imprescindibles para propagar la marca PIGS. Los nuevos diplomáticos serán digitales nativos y las redes sociales su herramienta, después de todo la diplomacia no es otra cosa que hacer amigos en otras partes del mundo.
Suecia fue probablemente el primer país en tener una página en Facebook. “History of Sweden” no era una página turística cualquiera, sino una herramienta que aprovechaba inteligentemente la recién estrenada aplicación Timeline de Facebook, permitiéndonos ir directamente a un año concreto y ver qué acontecimientos históricos tuvieron lugar en ese momento. Este uso de las nuevas aplicaciones siempre parece tan obvio en retrospectiva, pero cuando se creó era el único país que la tenía.
Suecia también fue el primer país en tener una cuenta oficial en Twitter, no controlada oficialmente, donde cada semana un ciudadano sueco, desde campesinos hasta amas de casa twiteaban su realidad particular, dando una visión muy rica y auténtica del país. La idea era promocionar Suecia como destino turístico. Como dice el director de VisitSweden “nadie conoce la marca Suecia mejor que su gente. Con esta iniciativa les permitimos enseñar su Suecia al mundo”. La cuenta en Twitter, que sigo desde hace tiempo, ha tenido sus momentos increíblemente divertidos, como un hombre que parecía que sólo hablaba de sus cabras, pero también su dosis de escándalos. Pero lo que está claro es que la marca de un país no se la puede apropiar ningún gobierno, pertenece a sus ciudadanos. En el caso de la alianza PIGS, estaríamos hablando de más de 120 millones de ciudadanos.
ARQUITECTURA
Sobre estas líneas, la Case Study Embassy #2.
Aunque encargarle embajadas a arquitectos PIGS de la talla de Souto de Moura, Renzo Piano o Rafael Moneo sería la primera tentación y seguramente serían fantásticas, más arriesgado y contemporáneo sería crear diseños de embajadas por medio de crowdsourcing, donde jóvenes arquitectos tengan oportunidad de colaborar online con ciudadanos de a pie de los cuatro países en el diseño de las nuevas embajadas, quizás bajo la tutela de un jurado de arquitectos internacionales. La arquitectura resultante sería algo así como un collage que representaría un nuevo lenguaje, un nuevo código simbólico, fresco y colaborativo.
Sobre estas líneas, la Case Study Embassy #3.
Por último, pero también relevante, propongo embajadas itinerantes, que podrían ser grandes yates de alta teconología, que irían de puerto en puerto llevando la cultura PIGS allí donde las delegaciones diplomáticas no tengan la capacidad de cumplir esta misión. Estos buques-embajadas, atracados en puertos, ofrecerían exposiciones y actividades culturales para el público general, durante unos días, semanas o meses.
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