Una representación única de Carlos Kleiber y la Bavaria State Orchestra que hipnotizó de tal manera a su público del Nationaltheater de Munich, que estos casi se olvidan de aplaudir.
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El legendario y evasivo director Carlos Kleiber, que nunca concedió un reportaje y que a menudo cancelaba conciertos, era un perfeccionista que buscaba una relación íntima y especial con la orquesta. Kleiber, a quien muchos consideran el mejor director de todos los tiempos, dirigió la sinfonía nº 6 “Pastoral” de Beethoven en una sola ocasión en su vida, en 1983, en el Teatro Nacional de Múnich. Si se escucha la sinfonía interpretada por otros directores se nota inmediatamente que el primer movimiento de Kleiber es bastante más rápido, que por otro lado era la intención original de Beethoven, aparentemente.
La Pastoral fue una de las pocas obras de música “programática” -aquella que evoca ideas, imágenes o estados de ánimo en la mente- que compuso Beethoven. Un intento de representar la Naturaleza con una orquesta sinfónica. Beethoven sabía de estas cosas, pasaba largas horas paseando por el campo. En su interpretación de la sexta sinfonía, Kleiber logra dar vida a los pajaritos, consigue que nos imaginemos rodeados de campos de flores (13:21) y que sintamos el poder de una tormenta (23:53).
Tan evocador tuvo que haber sido ese viaje por la naturaleza ese día que el público del Nationaltheater se quedó absolutamente hipnotizado y aturdido al final del último acto (35:20). En la grabación se escucha sólo algún tímido intento de aplauso al acabar la sinfonía -y esto sólo tras cinco larguísimos segundos- pero inmediatamente se vuelven a callar, como esperando otro movimiento. Era un público alemán, con lo cual estarían muy familiarizados con la obra, pero aún así parecían confusos. Tres segundos después se vuelven a escuchar unos cuantos aplausos. Pero no es hasta que Kleiber pide a los músicos de la orquesta que se pongan de pie cuando parecen salir de su parálisis y es entonces cuando llega el aplauso, como un atronador aguacero, con vítores y gritos de emoción. De hecho, en la grabación aparecen los 5 movimientos pero también una sexta pista adicional: “Applaus”.
Esta grabación de la Bavaria State Orchestra es considerada un clásico, por su intensidad, pero fue casi accidental el que llegase hasta nosotros. El “master tape” de la grabación no fue bien conservado por la BSO y de hecho empezó a desintegrarse. Fue gracias a que el hijo de Carlos Klieber grabó el concierto en cassette (!) que pudo rescatarse, no con el mejor sonido del mundo, pero por lo menos inmortalizó ese curioso último movimiento que empezó como lluvia leve (piano) y rápidamente se convirtió en tormenta (fortissimo) de aplausos.
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